Foto tomada revista Abrale |
Este 10 de octubre se
conmemoró el Día mundial de la salud mental, una fecha apoyada por la
Organización Mundial de la Salud (OMS), que pretende poner el foco de la
atención global en la prevención y tratamiento de trastornos emocionales o de
conducta, un asunto que, en Colombia, pese a que cada vez parecen ser más
frecuentes y urgentes las enfermedades psiquiátricas, la atención en salud
mental para los pacientes que las padecen y sus familiares, resulta en opinión
de muchos precaria.
“La atención es casi
nula. Los pacientes no reciben apoyo ni acompañamiento hasta que están en
crisis, y una vez hay una crisis psiquiátrica, la familia es la que debe
hacerse cargo de los pacientes, olvidando que en muchos casos estos pacientes
son peligrosos para sí mismos o para sus familias; la sensación es de total
abandono y de mucha incertidumbre. No hay nadie que brinde guía, ni facilitadores”,
asegura Lucía, una joven de 26 años, quien desde los 18, ha tenido que
hospitalizar a su padre, en al menos seis ocasiones en clínicas psiquiátricas
de Bogotá y otras ciudades del país.
Él, tiene un
diagnóstico de trastorno bipolar psicoafectivo. Cuando los pacientes
psiquiátricos como el padre de Lucía presentan cuadros de manía o crisis psicóticas
agudas, se desconectan de la realidad y la hospitalización debe hacerse muchas
veces en contra de su voluntad, pues representan un riesgo para ellos y para los
demás.
Sin rutas claras para
la ciudadanía, ni información de protocolos a seguir para la atención de
urgencias en salud mental, los familiares de los pacientes psiquiátricos se
enfrentan a una dramática realidad y a lo que algunos describen como una
sensación de completa “desprotección y orfandad”.
“Para mí, lo más
difícil ha sido la falta de información, uno llama a las líneas de atención y
nadie sabe cómo ayudarte en estas situaciones; no hay ambulancias equipadas; una
vez mi papá internado, los médicos no se comunican con nosotros para contarnos
de su enfermedad, tampoco hay información sobre cómo manejar a largo plazo este
tipo de enfermedades, falta una estructura muy grande alrededor de la salud
mental para apoyar a los pacientes y familiares y hacer que estas situaciones
sean más llevaderas”, recalca Lucía.
Lo mismo opina Helena,
también pariente de un paciente psiquiátrico.
“Además de la
angustia y del sufrimiento de tener que ver a tu familiar alucinando,
desvariando, tiene uno que buscar donde te lo reciben, conseguir una ambulancia
que lo recoja, con enfermeros que muy seguramente lo tienen que sedar o someter
para poderlo hospitalizar, y ahí después, hay que esperar el trámite de la
autorización de las empresas prestadoras de salud para internarlo. Y ya una vez
lo ingresan, queda uno incomunicado, a veces pasan días hasta que los doctores
se comunican con las familias y puede uno saber de la evolución de su ser
querido, es muy terrible”, relata Helena quien vive con su hermano que
padece esquizofrenia.
Según el Informe
Mundial de Salud Mental de la OMS publicado en junio de este año, a 2019, al
menos mil millones de personas en el planeta vivían con un problema mental y se
calcula que durante el primer año de la pandemia, el aumento de los trastornos
de ansiedad y depresión fue de más del 25%.
En Colombia, como en la
mayoría de las naciones del mundo los problemas de salud mental se acrecentaron
con y después de la pandemia, según lo ha informado el Ministerio de Salud y
Protección social, sin embargo, no existen cifras actualizadas, las más
recientes corresponden a la Encuesta Nacional de Salud Mental, ENSM (2015) que
no pudo realizarse en 2020 justamente por la emergencia sanitaria declarada por
el Covid-19.
Esta encuesta que
abarcó una muestra de más de 16 mil personas de todo el país arrojó entre otros
resultados preocupantes, que el 44.7% de los niños y niñas colombianos entre 7
y 11 años presentaban algún síntoma relacionado con problemas mentales y
requerían una evaluación formal para descartarlo.
De otro lado, esta
semana se conoció una investigación sobre “Salud y bienestar mental de la
persona mayor en cinco ciudades de Colombia”, realizada por la Universidad CES
que encontró que más del 44% de los adultos mayores tienen riesgo de conducta
suicida.
Un tema considerado dentro
de la Política Nacional de Salud Mental (2018) como un asunto de gran
relevancia en salud pública, por ser un evento prevenible y de alto impacto en
la familia y en la sociedad y, sobre todo, porque las cifras tanto de intento,
como de suicidio consumado van en aumento.
Según reportes del
Instituto Nacional de Medicina Legal en el primer semestre del año se
presentaron 1.564 muertes por suicidio y de continuar esta tendencia, al
finalizar el 2022, se podría superar la cifra del año anterior, cuando se
registraron 2.962 casos, la tasa más alta en la historia del país.
Así mismo, ha habido un
aumento significativo en las cifras nacionales de intento de suicidio que en
2009 eran de 1,8 por cada 100.00 habitantes y ya en 2017 se elevaron a 52,4. Según
detalla el documento de la Política Nacional de Salud Mental en Colombia son las
mujeres quienes más intentan suicidarse, a razón de dos mujeres por cada
hombre. Entre tanto, son los hombres quienes más cometen suicidio (por cada cuatro
hombres que lo hace, una mujer se suicida).
A esta radiografía tan preocupante
se suma la escasez de psiquiatras en el país. En Colombia se estima que hay apenas
dos psiquiatras por cada 100.000 habitantes. Del total de médicos especialistas
del país aproximadamente solo el 4% son psiquiatras y la mayoría se concentra
en las ciudades principales lo que indicaría, además, una dificultad de acceso
para los habitantes de zonas rurales o ciudades intermedias que deben
desplazarse hasta las ciudades capitales para obtener atención especializada en
salud mental.
Así resume Lucía lo que anhela
ella y seguramente miles de familias que lidian con la dura realidad de la
atención en salud mental hoy en Colombia.
“Me gustaría que
hubiera más capacitación en líneas de ayuda para apoyar a las familias en medio
de una crisis, que hubiera más ambulancias capacitadas para recoger a pacientes
psiquiátricos, que los médicos tuvieran sensibilización para tratar con las
familias, que hubiera organizaciones dedicadas al acompañamiento de pacientes y
menos estigma alrededor de las enfermedades psiquiátricas, de manera que estos
pacientes no tengan que enfrentarse a despidos, desalojos, abandono, todo, a
causa de una enfermedad”.
Las acciones tanto en
promoción y prevención, e integralidad de la atención en salud mental en el
país resultan apremiantes. Se hace urgente que las recomendaciones propuestas
por la Encuesta Nacional de Salud Mental en 2015 no se queden en el papel y se
concreten y que, sobre todo, se revise y acelere la implementación de la Política
Nacional de Salud Mental 2018.
Se requieren campañas para la
detección temprana de los problemas mentales, ampliar la cobertura, mejorar el
acceso a especialistas, elaborar y difundir guías de acción para pacientes y
familiares, así como estrategias de sensibilización que minimicen la
estigmatización laboral y social hacia las personas y núcleos familiares que
enfrentan problemas mentales, para así posicionar la salud mental como parte
integral del derecho a la salud.
2 Comentarios
Que cruda realidad. Y me encanta que hayas expuesto este tema que la mayoría de las veces es escondido y que muchas familias pueden estar enfrentando. un abrazo y solidaridad para esa familias y ojalá que de manera pronta este tema sea de una importancia alta e inmediata.
ResponderEliminarGracias por tu comentario!
EliminarDeja tu comentario