Se
oyeron voces alertando sobre la politización del tema y no faltaron los
reproches y señalamientos por el despliegue exagerado del gobierno nacional y
autoridades regionales ante la llegada de los primeros lotes de vacunas. Pero
quizás nunca nos preparamos para ver en primer plano el horror del engaño de la
aplicación de vacunas con jeringas vacías.
El
primer caso que impactó en la región sucedió en Río de Janeiro y todos nos
escandalizamos. A los pocos días, e igual de contagioso que la variante
brasilera del virus llegó a Colombia un episodio similar. Una enfermera en
Floridablanca, Santander quedó en evidencia gracias a un video grabado con celular por un familiar, en el momento en que inyectaba una jeringa vacía a una anciana
de 80 años. Ante el llamado de atención de la familiar, la mujer argumentó que
se le había salido el líquido de la jeringa. ¡Absurdo!.
Luego
saltó otra denuncia, esta vez en Medellín, donde una abuela de 94 años fue
inyectada inicialmente sin ningún líquido y, luego del reclamo de su familia, le fue aplicada la vacuna con los protocolos establecidos. La
escandalosa escena se ha repetido en Villavicencio, Barranquilla, Tocancipá y Chía.
Adultos mayores que esperaron ansiosos su turno por la vacuna, fueron engañados
y pinchados con jeringas vacías por supuestos errores humanos.
Ya son seis los casos
denunciados y registrados por los medios de comunicación desde que se puso en marcha el Plan Nacional de Vacunación y quien
sabe cuántos más se habrán registrado a lo largo del país, en ausencia del
lente oportuno de familiares que han grabado el momento con sus teléfonos móviles. Y es
que resulta increíble que un profesional de la salud, personal entrenado para
este tipo de jornadas de vacunación, no se dé cuenta de que no llenó una
jeringa y "aplique" una vacuna sin líquido en su interior.
Para el caso del departamento de
Santander la Secretaría de Salud municipal entabló una denuncia ante la
Fiscalía para que investigue, y tanto la Contraloría como la Procuraduría, anunciaron indagaciones para determinar las razones por las cuales las vacunas
contra el covid-19 no están siendo aplicadas correctamente. Por su parte, la Superintendencia de Salud informó que ya van 66 denuncias de presuntas irregularidades en torno al Plan de vacunación (jeringas vacías y colados) y que de esas solo dos han sido trasladadas autoridades penales y disciplinarias. Todavía no ha
habido ningún resultado a esas averiguaciones ni sanciones conocidas ni a las
IPS ni a los profesionales involucrados en estas escandalosas omisiones.
El presidente Duque ha dicho que son "casos aislados", pero por más que errar sea de humanos y por más que haya una sobrecarga por estos días para el personal de enfermería y auxiliares, resulta muy difícil creer que esas faltas no hayan sido premeditadas. ¿Con qué fin?, ¿a dónde van a parar las vacunas que no inoculan? ¿existe ya acaso un mercado negro o un cartel de las vacunas? Son interrogantes que están en el aire después de haberse conocido esas denuncias y que deberán investigar y resolver las autoridades. Están también demoradas en ello.
Entre tanto, Colombia llega tímidamente a los 2 millones de dosis aplicadas en todo el territorio nacional.
Y apenas un poco más del 11% de la población vacunada ha recibido sus segundas
dosis. El ritmo de inmunización es lento y ciertamente la meta de los 35
millones de colombianos vacunados este año se ve muy lejos cuando apenas se llega a más de 150 mil dosis aplicadas diariamente. Esto, mientras avanzamos hacia
un tercer pico de la pandemia y varias ciudades capitales alertan nuevamente
por insuficiencia en sus salas de cuidados intensivos.
Es cierto que más de 2 millones 200 mil personas se han recuperado del contagio por Covid -19, pero la cifra de muertos supera los 63 mil y sigue aumentando. Por eso es urgente poner el acelerador al Plan Nacional de vacunación, sin perder de vista la transparencia y la ética en el proceso.
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