Salsero que se respete ha pasado por esta Universidad y mantiene vivos y al día cada uno de los pasos dados gracias a esta institución. El Gran Combo de Puerto Rico cumple este 2018, 56 años dando cátedra de ritmo y sabor y educando el oído de varias generaciones en América Latina y el mundo entero.

Todo arrancó en mayo de 1962, cuando el legendario Rafael Ithier, todavía hoy su director musical, abandonó Cortijo y su Combo (Rafael Cortijo e Ismael Rivera) y junto a otros salseros de la época como Eddie Pérez, Héctor Santos, Joseito Mateo, Pellín Rodríguez y Andy Montañez entre otros, lanzan su primer disco “Menéame los mangos”, dando vida así a esta genial orquesta que cerca de seis décadas después sigue aún llenando auditorios y emocionando a los amantes de la salsa alrededor del planeta.
Con más de un centenar de discos producidos entre sencillos, álbumes, compilaciones, y CDS, el Gran Combo es sin duda la agrupación musical de salsa con mayor prestigio y una trayectoria sin igual. Durante 15 años Andy Montañez fue su voz líder y luego lo sucedieron los soneros Charly Aponte, Jerry Rivas y Papo Rosario.

En lo personal, el sabor de este Combo me atrapó en 1983, el año en el que lanzaron su álbum “La Universidad de la Salsa”, que incluía éxitos como Las Hojas blancas y No hago más ná. Entonces yo era apenas una niña de 13 años, pero con preferencias musicales particulares por la invaluable influencia de mis hermanos. Esa es una de las pocas, pero grandes ventajas de ser el menor de una familia numerosa. Uno recoge los gustos musicales más variados y de distintas épocas.

En la Barranquilla de los ochentas, igual de alegre que ahora pero más guarachera, y antes de que el reguetón, la champeta, o el vallenato moderno irrumpieran acaparando los listados y las programaciones de las emisoras locales, se escuchaba salsa de la buena: Oscar de León, Héctor Lavoe, La Fania, Gabino Pampini, Willy Colón, La Solución, Henry Fiol, Roberto Torres, Cheo Feliciano, Grupo Niche, Joe Arroyo, Rubén Blades y por supuesto El Gran Combo de Puerto Rico, retumbaban en las fiestas y bailes de la época.

Recuerdo que junto a mis hermanos repasábamos una y otra vez sus presentaciones grabadas en formato betamax, y disfrutábamos durante horas los temas y coreografías de esta genial orquesta, mientras la fama de la agrupación musical boricua trascendía países y continentes.

Así, en su larga trayectoria El Gran Combo de Puerto Rico ha llevado su música a casi todos los rincones del planeta, incluyendo las frías tierras de Alaska a donde llegaron en 1984 a calentar con su ritmo. En conmemoración de esa visita grabaron luego el disco “Breaking the ice”, que les valió su primera nominación al Premio Grammy. También conquistaron con su música Japón, la mayoría de los países de Europa como Inglaterra, Alemania, Holanda, Suiza, España y claro, Estados Unidos y toda América Latina. 

En 2012 celebraron su medio siglo de carrera artística con una gira mundial que los llevó a más de 30 países, como Corea del Sur, Singapur, Rusia y Australia donde se presentaron por primera vez.

A lo largo de su existencia se han ganado múltiples premios y han recibido cientos de homenajes, seis nominaciones al Grammy, dos Grammys Latino y han llenado de sabor en varias ocasiones el emblemático Madison Square Garden de Nueva York donde justamente el año pasado celebraron su 55 aniversario.

Hace cinco años tuve la dicha de verlos en concierto en Bogotá junto a Andy Montañez. Una suerte, pues un año más tarde, en 2014, Charlie Aponte se despidió de la agrupación. Los vi a todos ya con “las hojas blancas” sobre sus cabezas, pero con el tumbao y el talento intacto, incansables, impresionantes.

Esa noche con su maestría de siempre interpretaron algunos de sus tantos éxitos como: “A la reina”, “Brujería”, “Un verano en Nueva York”, “Azuquita pal café”, “Me liberé”, entre otros, y los asistentes gozamos y bailamos de principio a fin. A mí por supuesto me quedaron faltando canciones y tiempo, porque me sobraban ganas y agradecimiento por esta orquesta de mis amores tan ligada a mi infancia, a mi familia y a mis recuerdos.

A ese Combo fantástico, la “Universidad de la Salsa” que lleva más de medio siglo inculcando la pasión por este género musical caribeño, le dedico estas sencillas letras con la gratitud de una eterna admiradora que recurre a las suyas cada vez que necesita encontrar sin falta un rato de alegría certera.