Una boda sin precedentes: "The sisterhood wedding"



Desde inicios de este 2025 mi gran amiga Karine Daniel, Kaky, una exitosa empresaria, wedding planner y CEO de su firma de organización de eventos, KDE con sede en Cancún, empezó a planear la que sería 'la boda del año' para su compañía. Pero nada en esta boda sería convencional. 

Todo en Kaky es original. Nació en Kuwait y es hija única de madre afrocolombiana y padre francés. Se crió entre Cartagena y Cancún, hizo estudios de hotelería y gastronomía en Francia y luego de Comunicación Social en Miami. Ha vivido en New Orleans, Texas, New York y Canadá, entre otros. Habla con fluidez español, francés e inglés. De ahí que ella se sienta un poco ciudadana del mundo. 

Con su equipo de eventos KDE, Kaky ha organizado ya decenas de bodas inolvidables para sus clientes exclusivos en México, Estados Unidos y otras partes del mundo, pero este año, al cumplir sus 40 años, decidió planear la suya propia. Esta vez no con una pareja tradicional, sino con 70 de sus grandes amigos, su 'hermandad' compuesta por 68 mujeres y 2 hombres que son y han sido su red de apoyo en diferentes momentos de su vida. 



Así, nació la "Sisterhood wedding" un evento realizado en la histórica ciudad de Cartagena que durante cinco días reunió a mujeres de 10 nacionalidades distintas en torno a una celebración única y mágica donde cada detalle fue planeado para festejar el amor y la amistad.

La celebración comenzó el 13 de noviembre, en plena festividad de Cartagena por su independencia, con un cóctel de bienvenida y una fiesta en la terraza del lujoso y acogedor Hotel Voilá, situado en el centro histórico de la ciudad, donde todas vestíamos de verde, el color de la abundancia. Allí, recién llegadas a La heróica, entre el calor y la música, nos fuimos mezclando y conociendo, todavía con cierta timidez, este heterogéneo grupo de mujeres que, hasta entonces, solo estabamos unidas por el vínculo con Kaky. Esa noche, en medio de un emotivo discurso sobre la importancia de la amistad y el empoderamiento de las mujeres, nos entregó unos brazaletes dorados con piedras verdes grabados con la frase: "Sister by heart", hermana de corazón. 

"¿De dónde conoces a Kaky?" fue la pregunta más repetida durante esos días. Algunas la conocieron en la escuela primaria de Cartagena, otros en la preparatoria o en la academia de baile en Cancún, otras de sus estudios en Francia, otras de la Universidad de Miami, yo durante sus prácticas en Caracol televisión en Bogotá, otras gracias a amigos de sus padres, otras de su época como maestra en Texas, y así… todo un universo de historias entrelazadas por esta mujer tan particular. Desde que la conocí hace ya casi 20 años, ella era mi estudiante en prácticas y yo su jefe, me decía con claridad: "Yo no sé cómo Ilse pero yo quiero ser importante, ayudar a mucha gente, quiero tener plata, ser millonaria y escribir un libro con todas mis anécdotas, tu vas a ser mi editora". Ahí va cumpliendo su lista de deseos.

                     
        
                         
Volvamos a la celebración. Tan pronto nos registramos en el vestíbulo del hotel, nos dieron un imán identificativo con nuestro nombre, y al llegar a la habitación encontramos un detalle hermoso: una cesta grande de mimbre con un sombrero, una toalla con nuestras iniciales, gafas de sol y un termo personalizado. También, una almohada con mi nombre bordado en letras rojas. 

Al día siguiente, el día de nuestra boda simbólica, tuvimos una sesión de maquillaje y peinado con estilistas expertos, organizada por el equipo de eventos de KDE en la primera planta del hotel donde nos alojábamos. Una vez listas, nos pusimos nuestros trajes blancos y esperamos a la "novia". Kaky lució un precioso traje blanco adornado con brillos y perlas, y un velo bordado con los nombres de todas sus hermanas. La ceremonia fue oficiada por Phaedra Perry, jueza de la Corte Suprema de Nueva York, antigua cliente de Kaky. No faltaron pajecitas, damas de honor, ramos, flores ni música para la ocasión. Allí, en lugar del tradicional cruce de argollas entre los novios, todas alzamos nuestras manos con nuestros brazaletes para sellar nuestra unión. 

 

Al finalizar la ceremonia, celebrada en la planta más alta del hotel Movich, con vistas al casco antiguo y una hermosa puesta de sol de fondo, nos dirigimos al lugar de la recepción: el exclusivo restaurante Don Juan. Acompañada por un grupo folclórico, al son de la cumbia, Kaky bailó hasta el lugar de la recepción, mientras un mar de mujeres vestidas de blanco la acompañaba, contagiándole alegría. A nuestro paso, turistas y lugareños se alineaban en las calles y aplaudían y vitoreaban nuestro singular recorrido.

                          

Ya en el restaurante no faltó un detalle. Las mesas estuvieron decoradas con impecable gusto, una iluminación cálida y una pantalla gigante con mensajes alusivos a la hermandad ambientaron la recepción. Las "novias-hermanas" encontramos en cada puesto un sobre sellado, con nuestro nombre impreso y adentro, los votos que Kaky escribió para cada una con una sentida dedicatoria sobre por qué nos había elegido y lo que representabamos para ella. ¡sencillamente hermoso!

 

  

Luego de disfrutar un menú delicioso, y de escuchar unos sentidos discursos de parte de algunas de sus amigas, vimos un video sobre la organización sin ánimo de lucro Certified Angels, una fundación dedicada al cuidado de niños vulnerables en Estados Unidos, dirigida por Jessica una de las mujeres miembro de la hermandad, a la cual Kaky nos solicitó que en lugar de darle algún regalo por su cumpleaños, hiciéramos una donación para apoyar la causa. Después llegó la fiesta y bailamos y festejamos hasta el amanecer animadas por una DJ mujer. 

El día después de la ceremonia, asistimos a un paseo a una isla privada en Barú, donde todas lucimos trajes de baño blanco suministrados por la organización del evento, y nos divertimos alrededor de una piscina, hasta donde nos llevaron a lo largo de la jornada todos los cocteles y licor que se nos ocurriera pedir. Nos ofrecieron así mismo un exquisito asado con todo tipo de carnes. Allí en ese lugar donde ya estabamos más relajadas, Nathalie Keuning, una de las participantes lideró una actividad de integración muy bella. Fue un ritual de agradecimiento, con relajación y meditación incluida, en el que cogidas de las manos nos emocionamos hasta las lágrimas y nos unimos de corazón. Kaky aprovechó este momento para homenajear a tres de sus amigas-hermanas sobrevivientes de cáncer a quienes entregó flores y recibieron el apoyo y aplauso del resto del grupo.

El tercer día festejamos el cumpleaños de Kaky con un desayuno en pijamas en la terraza del hotel, fue un momento para expresarle nuestro agradecimiento, celebrar su vida en hermandad y realizar una divertida sesión de fotos. La agenda de ese día fue 'libre' para todas las invitadas quienes pudieron recorrer la ciudad antigua, hacer tour por Cartagena y algunas compras.  Para mí, esta fue la jornada final del "Kaky fest" pues regresé esa tarde a mi realidad en Bogotá. Mis hermanas-esposas, en cambio, disfrutaron un día más de festival y atenciones programadas con perfecta dedicación por el equipo de KDE events.

Hace unos días Kaky nos pidió que le compartiéramos para un artículo de una revista, qué habíamos pensado cuando nos invitó inicialmente a participar de esta aventura y cual fue nuestro momento especial en la sisterhood wedding. En principio, a inicios de 2025 cuando me llamó, pensé que era una idea novedosa, loca y sorprendente como mi amiga y no dudé un minuto en apoyarla. Hoy, cuando ya la viví siento que fue mucho más que una gran e impecable fiesta.

Fue un regalo de amor, propio y compartido. Una oportunidad generosa que nos brindó Kaky desde su inmenso corazón para juntar las historias y energías de mujeres de muchos países que durante cuatro días nos olvidamos de nuestras rutinas y nos conectamos con empatía y solidaridad, vibrando alto en armonía. Así, conocí mujeres valientes, vulnerables, madres, trabajadoras, famosas, estudiantes, empresarias, emprendedoras, bailarinas, sexys, recatadas, todas bellas y poderosas. Una de ellas mi compañera de habitación, Marichuy fue otro acierto de Kaky, hicimos clic desde el primer día y nos contamos la vida en charlas hasta la madrugada. De modo que escoger un solo momento especial es difícil porque fue una experiencia realmente mágica y enriquecedora. Terminé muy honrada y agradecida de hacer parte de la sisterhood y ante todo, orgullosa de esa amiga tan auténtica que me regaló la vida hace ya dos décadas y de la amistad que sellamos ahora sí hasta que la muerte nos separe.

 






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