Este 9 de marzo, Barbara Millicent Roberts, mejor conocida como Barbie, la muñeca más famosa y vendida del mundo, cumple 50 años. A lo largo de su existencia ha acumulado polémicas, e influido en la imaginación y sueños de millones de mujeres de todo el planeta que han crecido a su lado.
Sin duda las muñecas fueron inventadas con el noble propósito de que al jugar, las niñas dieran rienda suelta a su inocencia e imaginación. Como recalca Barbara Handler, la mujer que inspiró el nombre de la famosa y sofisticada Barbie, el único fin para el cual su madre la creó, fue para que las niñas se proyectaran en los distintos roles o profesiones que podrían desempeñar de grandes. Y con seguridad fue así. Pero en mi caso, y en el de las niñas que me rodeaban, la verdad, la Barbie además de divertirnos, nos despertó temprano sentimientos poco inocentes, aunque muy femeninos sí, como la envidia, la rivalidad y la frustración.
Su popularidad, imbatible hasta hoy, generó entre las menores de aquella época una especie de competencia por quien tuviera un accesorio nuevo o más grande para las Barbies. Si teníamos el carro, queríamos el edificio, si nos regalaban la piscina, anhelabamos el bus que le acababan de comprar a la vecina. Si teníamos el vestido de novia, nos moríamos por el traje rojo de navidad de la amiga. Jugando con las Barbies y su nutrido ajuar, también aprendimos rápidamente el gusto - o compulsión en otras -, por comprar ropa, zapatos y accesorios de moda, y claro, a criticar y envidiarle “la pinta” a las demás.
La rivalidad por los hombres también la conocimos de la mano de la Barbie. Como en la vida real, en la época de juegos había más mujeres (Barbies) que hombres (Kenes), y desde entonces, las peleas eran por quien se quedaba con el Ken mono malibú o por el pelinegro de smoking. Ellos, también desde ese tiempo, jugaban muy bien el rol de galanes pues pasaban de novia en novia, o de Barbie en Barbie, en este caso.
A esta cincuentona se le achacan además responsabilidades en los desordenes alimenticios que padecen las jóvenes de ahora. La acusan de propiciar entre las niñas la aparición temprana de sentimientos negativos como la frustración, en especial hacia su aspecto físico. Incluso, su influencia en el comportamiento de algunas niñas que crecen queriendo ser como ellas, es materia de estudio de sicólogos y expertos. El “complejo de Barbie” es el nombre dado al trastorno que desarrollan algunas jovencitas, que sueñan con ser altas, delgadas y rubias como sus muñecas, y que al no conseguirlo, pueden caer según los especialistas, en el peligroso terreno de la anorexia y la bulimia. Si fuera de carne y hueso, la Barbie pesaría 49 kilos, mediría 1,80 metros,y tendría unas medidas de 99-46-83. Una silueta imposible de lograr, aunque muy tentadora de imitar.
Sin embargo hay que ser justos y no todas las preocupaciones de esta chica plástica han sido la vanidad y la moda. La Barbie ha ejercido como embajadora de Unicef desde 1997 y emprendido múltiples campañas para la prevención del cáncer de seno . Precisamente los dineros recaudados por la venta de la Pink Ribbon y Pink Hope Barbie, son destinados a fundaciones que luchan precisamente contra este mal. Así mismo, se ha adaptado a las preocupaciones mundiales y Mattell, su fábrica productora, sacó su versión ecológica, una muñeca comprometida con la causa verde y el calentamiento global.
Puede resultar sin duda exagerado culpar a una muñeca de tantas responsabilidades, finalmente cada quien es libre de jugar y proyectarse a su manera, pero lo que sí es cierto es que es precisamente durante la infancia cuando estamos dispuestos a aprender y replicar los modelos y valores preestablecidos y aprobados por la sociedad, y adoptando modelos a seguir . Y es ahí donde tal vez Barbie no resulte ser la mejor influencia.
En todo caso los tiempos cambian y aunque Barbie ahora llega también a las niñas en juegos de video y páginas web, ya ellas tienen nuevas ofertas para echar a volar su imaginación. Las más “afectadas” resultaron siendo entonces las generaciones pasadas, pues hoy abundan muchas mujeres contemporáneas de la muñeca, que se resisten a envejecer y que con cierta burla llaman “cuchi Barbies”.¿Tal vez un nuevo trastorno que los sicólogos puedan estudiar?.
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